“EL EFECTO MOZART”
La expresión “Efecto Mozart” se refiere a los efectos beneficiosos que
puede producir a las personas escuchar las melodías del compositor W. A.
Mozart
El efecto Mozart es
como se denomina a la influencia que puede ejercer la música del compositor
Wolfgang Amadeus Mozart en el comportamiento de los bebés. Se trata de una
influencia muy positiva que logra mejorar el desarrollo creativo e intelectual
de los niños.
Son varios los estudios
que muestran la gran influencia que tiene la música en los bebés, incluso
cuando todavía se encuentran en el vientre materno. Se cree incluso que la
música escuchada durante el periodo de gestación por el futuro bebé es recordada
tras su nacimiento y al menos durante el primer año, las melodías son asociadas
a los periodos de paz que disfrutaban dentro del útero de la madre y logran
tranquilizarlos cuando están nerviosos.
La música comienza a
influir en los bebés desde la semana 20 de la gestación, pudiendo oír desde ese
momento y por eso, algunos expertos recomiendan que se les hable a pesar de que
no comprendan lo que se les dice. Lo mismo ocurre con la música, esta se puede
convertir en un sonido familiar que actuará como referencia tranquilizadora,
por eso también se recomienda a las futuras mamás que disfruten el efecto
Mozart y de las bondades que brinda a sus hijos.
¿Qué tiene
Mozart que no tengan los demás?
Se hicieron
pruebas con música de otros compositores que no dieron los mismos resultados
que Mozart, salvo excepciones.
Los beneficios de la música, en especial algunas piezas de Mozart, podrían
deberse a las pulsaciones por minuto que tiene, y a las frecuencias altas de
los instrumentos, ya que cambian el estado del cerebro (especialmente en
aquellas zonas relacionadas con el hemisferio derecho, donde radican las
funciones espacio-temporales) y lo hacen más receptivo.
La música de
Mozart posee unas propiedades distintivas:
-
Los sonidos de sus melodías son
puros y precisos.
-
Son sonidos altamente armónicos.
-
Los ritmos, las propias melodías,
la métrica, el tono, el timbre y las frecuencias de su música parece que
estimulan el cerebro humano, activando nuestras neuronas.
Las canciones
que producen estos efectos y las que consiguen mayor incidencia a nivel
cognitivo son las que poseen frecuencia alta como son, por ejemplo, la Sonata para Dos Pianos en Re Mayor (también
conocida como K448) o los Conciertos para Violín 3 y 4.
Estudios
recientes han encontrado que un compositor actual, el músico griego Yanni,
produce música ‘New Age’ con rasgos similares a ciertas composiciones de Mozart
en ritmo y melodía y que también ha mostrado efectos similares sobre las
habilidades espacio-temporales de quienes la escuchan.
Todos estos
componentes presentes en la música de Mozart influyen en:
-
La concentración
-
La atención
-
La memoria
-
Y en el proceso del aprendizaje.
Los
antecedentes: “El método Tomatis”
El efecto
Mozart se popularizó en los años 90, pero ya en la década de 1950 un autor
empezó a investigar acerca de los beneficios de la música clásica. Alfred
Tomatis fue el que acuñó el término “efecto Mozart”. Estudió durante 40
años los efectos de la música en el cerebro, desarrollando el "método
Tomatis”.
Alfred
Tomatis utilizó las melodías del compositor austríaco para tratar patologías de
diferente índole en niños y adultos discapacitados. Su trabajo fue reconocido
por la Academia de las Ciencias y Medicina de Francia, y actualmente existen
centros de tratamiento Tomatis en Estados Unidos, Europa y América Latina.
Además existe un libro donde el científico explica las bases de su
investigación.
Pero una cosa
son los beneficios terapéuticos de la música y otra que la música nos haga más
inteligentes.
¿Somos más
inteligentes escuchando a Mozart?
El
neurobiólogo Gordon Shaw es uno de los “padres” del efecto Mozart, que apuntaba
que la actividad musical refuerza las vías neuronales implicadas en las
habilidades espacio-temporales de la corteza cerebral. La escucha de música
parece activar, no una, sino varias áreas cerebrales.
Uno de los
estudios más populares acerca de la supuesta subida en el nivel intelectual de
los oyentes fue el realizado en 1993 por Gordon Shaw y otra investigadora de la
Universidad de Wisconsin (EEUU), la psicóloga Frances Rauscher. Hallaron que en
ciertos test de inteligencia se observaba una pequeña y temporal elevación de
la puntuación al escuchar 10 minutos de la música de Mozart.
En concreto,
los estudiantes lograban gracias a esta breve exposición a Mozart un mejor razonamiento
espacio-temporal, pero ello no se traducía en un incremento del coeficiente
intelectual.
En dicho
estudio, los autores contaron con datos que no parecen ser demasiado
significativos, con una muestra muy escueta.
Estudios posteriores de Shaw y
Rauscher que confirmaban el Efecto Mozart
Dos años más
tarde, Rauscher y Shaw ampliaban sus resultados publicando un estudio en el que
79 jóvenes eran sometidos a una nueva prueba. También los que escucharon Mozart
mostraban resultados mejores que otros grupos.
En 1999, el
doctor Shaw y Marc Bodner usaron imágenes obtenidas por Resonancia Magnética
para crear mapas de la actividad del cerebro en su respuesta a tres tipos de
música (pop de los años 30, “Para Elisa” de Beethoven y Mozart).
Solamente el
escuchar a Mozart parecía activar ciertas áreas involucradas en la coordinación
motora fina, la visión y otros procesos superiores, todos con un papel
supuestamente destacado en el razonamiento espacial.
Gordon Shaw
publicaba su último estudio en 1999, en el que se describía como los
estudiantes de segundo grado que tocaban el piano mostraban puntaciones de un
27 por ciento por encima de lo normal en tests de matemáticas y fracciones
frente al resto de sus compañeros.
Rauscher
también repitió experimentos con niños de entre 3 y 4 años y los efectos
beneficiosos permanecían inalterables 24 horas después de concluir sus
lecciones musicales. Esta mayor duración de los efectos frente a los
experimentos anteriores fue atribuida a la mayor plasticidad del cerebro
infantil y a la larga exposición a la música.
El instituto
M.I.N.D (The Music Intelligence Neural Development Institute), que crearon
Rauscher y Shaw para difundir y poner en práctica sus ideas, se centra en
investigaciones neurológicas para ayudar a personas con autismo,
hiperactividad, Síndrome de Down, Síndrome de Tourette y otros desórdenes.
Para ver más podeis consultar estos enlaces:
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